miércoles, 25 de febrero de 2009

MUNDO VIRTUAL

Hace unos meses estuve trabajando en una recopilación del marco jurídico y los programas nacionales, bilaterales e internacionales que tuvieran como objeto la protección de las mujeres migrantes en la zona fronteriza entre México y Guatemala. Se trataba de un encargo de un organismo internacional, lo cual me extrañó porque en mi inocencia creía que quién mejor que ellos debía conocer dicha información. En todo caso, pensé que si bien se trataba de un trabajo laborioso, resultaría fácil realizarlo con una metodología sistemática: iniciar desde los tratados internacionales sobre derechos de la mujer e ir descendiendo de nivel paulatinamente.
Lo que yo esperaba encontrarme era la pirámide del derecho, en cuya cúspide se encontrarían los tratados internacionales y de la cual irían emanando las diversas normativas (constituciones, leyes, reglamentos, programas, planes de acción...) en un todo coherente y ordenado. Lo que encontré fue una auténtica selva. Imposible orientarse en la maraña de textos legales, programas de acción que aparecían y desparecían, para reaparecer con otro nombre años después, declaraciones bilaterales que se repetían año con año... Al final desistí de darle sentido y me limité a hacer una lista de todo lo que encontraba.
La información que me llega de la frontera sur es la de un auténtico infierno para las migrantes centroamericanas. Eso sí, sobre el papel no tienen nada que envidiar a las mujeres suecas.

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