jueves, 12 de febrero de 2009

ASUMIR EL RIESGO (II)

Hace unos días hablábamos del caso de un individuo que catorce años atrás, siendo menor de edad, asesinó a sus padres. El caso volvió a salir a la luz porque estaba participando en un reality show y, al conocerse su pasado, la presión de la opinión pública forzó su salida del programa. En la ocasión anterior habíamos enfocado este asunto desde la perspectiva de los derechos de este individuo, que considerábamos se habían vulnerado injustificadamente. En esta ocasión quisiera enfocar el hecho desde el punto de vista de las posibilidades que tenemos de salvaguardar nuestra intimidad.
Si algo nos enseña este caso es la casi imposibilidad del anonimato en la sociedad actual debido al desarrollo de las tecnologías de la información, en especial el internet. Cualquiera que teclée su nombre en un buscador quedará sorprendido de la cantidad de rastros que dejamos en la web. En su inmensa mayoría serán referencias anodinas sin interés excepto para nosotros mismos o nuestros allegados. Pero en otros casos la aparente impersonalidad de encontrarse a solas frente a una pantalla puede hacer que revelemos datos de nuestra intimidad de los que no quisiéramos que se enterara la gente que nos conoce. También puede ser que quede constancia de un hecho en el que participamos y que confiábamos iba a quedar confinado a un círculo reducido. No obstante, si llega a aparecer en la web estará al alcance de todo el mundo.
En el caso del individuo que nos ocupa su situación es más delicada. Aunque en el momento en que cometió su crimen el internet estaba en sus inicios, muchos diarios ya tenían una edición digital. En una situación como la suya, una persona que quisiera rehacer su vida se iría a algún lugar donde nadie lo conociera y pudiera iniciar una nueva vida sin la sombra de ese oscuro pasado. Pero hoy en día eso ya no es posible, su nombre vinculado a ese crimen quedó registrado en decenas de páginas web, y esas serán las primeras páginas que le aparecerán a cualquiera que se relacione a partir de ahora con él y sienta la curiosidad de conocer algo más.
Se trata de un caso extremo, pero ya hemos visto que todos nosotros estamos expuestos a ese riesgo. Nunca como ahora habíamos pasado tantas horas a solas, pero nunca como hasta ahora nuestra vida había sido tan pública. No nos queda más remedio que asumirlo. Ahora la expresión "atrapado por su pasado" sí tiene una validez total.

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