lunes, 2 de febrero de 2009

LAS LEYES DE LA HERENCIA (y II)

Siguiendo con el tema de la genética, pero cambiando totalmente de registro, en esta ocasión me voy a referir a una película. No es mi intención hacer una crítica, ya que aunque me las doy de cinéfilo en realidad no tengo ni idea de lo que es la técnica cinematográfica (picados, contrapicados y toda esa jerga incomprensible para mí) ni de los aspectos artísticos del cine. De lo único que puedo hablar con total autoridad es del efecto que me produce una película: la impresión que me causó, aquello que me evocó, el estado de ánimo en que me dejó... En este sentido Gattaca no es una obra maestra, pero es de las películas que más profundamente me han calado.
Para aquellos que aún no la hayan visto el argumento abreviado es el siguiente. "En un futuro no muy lejano" los padres con recursos para ello conciben a sus hijos mediante técnicas de reproducción asistida que permiten escoger los embriones con la mejor carga genética. Esta práctica ha llevado a que la sociedad se jerarquice en función del DNA de los individuos, pues los tests genéticos se convierten en requisito indispensable para obtener los mejores empleos e incluso en la busca de pareja. Vincent es un joven que fue procreado de forma "natural" y, por tanto, sufre taras congénitas normales hoy en día pero inadmisibles en ese futuro, como la miopía. Para cumplir su sueño de ser astronauta se asocia con Jerome, un atleta genéticamente superdotado pero que quedo inválido a resultas de un accidente. Vincent asume la identidad de Jerome cargando siempre muestras de su sangre y orina que le permiten superar el proceso de selección y pasar los constantes controles.
Con estos antecedentes se trataría de una película convencional en la que alguien planea una astuta estafa y se sale con la suya. En realidad, he dejado de lado otras tramas paralelas (un asesinato, un romance y el drama particular de Jerome por haber sido segundo en la competición más importante de su carrera) que al final confluyen en lo que es el mensaje de la película: "no hay un gen para el destino". Con su ardid, lo único que consigue Vincent es una oportunidad, en la práctica es su determinación la que le lleva a alcanzar su sueño y a construir su propio destino. No desvelo nada si digo que todo el final es conmovedor, y además está acompañado con un tema hermosísimo de Michael Nyman. Con su sacrificio Jerome convierte su medalla de plata en oro (fíjense como cambia de color), la última reflexión de Vincent ("Cada átomo de nuestro cuerpo alguna vez fue parte de una estrella") nos recuerda que todos somos valiosos, y la coda final nos muestra toda la gente que no hubiera nacido en un mundo como el de Gattaca porque tenían algún defecto congénito: Abraham Lincoln, Albert Einstein, Ray Charles... tú y yo.

No hay comentarios: