Aquellos que no lo han leído tienen el prejuicio de que Karl Marx es un autor árido y complicado. En realidad, en la mayor parte de sus textos entra en polémica con otros pensadores y emplea un humor mordaz al criticarlos. Sus Tesis sobre Feuerbach, en cambio, son un mundo aparte que ha sorprendido, confundido y fascinado a miles de lectores. No era un texto escrito para ser publicado sino diez apuntes cortos, que en la mayoría de ediciones ocupan un par de páginas, en los que el joven Marx (tiene 27 años) intenta definir sus ideas en contraposición al idealismo hegeliano que había profesado hasta entonces. Se trata del momento trascendental de su vida, en el que con todo el vigor de la juventud está dando forma a lo que será la concepción materialista de la historia. Con un poco de imaginación pensemos en el estado de ebullición en que se encontraba su cerebro, el torrente de ideas que le venían a la cabeza, y entenderemos el porqué de un texto tan críptico: son unas notas de uso personal plagadas de referencias implícitas a pensamientos que aún no era capaz de expresar con claridad.
La primera vez que las leí, advertido de su importancia, fue con espíritu militante y lleno de reverencia hacia el gran pensador revolucionario. La experiencia fue extraña. Aunque no las acababa de entender tampoco me sentía estúpido, más bien tenía la sensación de que algo importante se me escapaba. Por un instante captaba algo que se desvanecía irremisiblemente al instante siguiente. Poco después, en la clase de teoría sociológica a la que asistía, mi profesora le dedicó una sesión a las Tesis. Por fin alguien traducía en palabras lo que yo sólo podía describir como un reflejo. Pero la satisfacción no duró mucho, la primera lectura me había entreabierto las puertas a una nueva realidad que no era capaz de captar, y la explicación de mi profesora tenía algo de vulgar, de versión simplificada para estudiantes que quedaba muy por debajo de la promesa inicial.
Las Tesis sobre Feuerbach se publicaron hasta 1888, ya muerto Marx, con una introducción de Engels. Fue tiempo después que leí esa introducción y tuve otra revelación. No es que Engels me proporcionara las claves del mensaje oculto de Marx, sino algo aún más valioso, cuando al referirse a la originalidad de las Tesis las describe "como un rayo en un cielo sereno". No he vuelto a leer una imagen más evocadora, precisamente porque capturaba la esencia de mi propia experiencia. Me devolvió una imagen de mi niñez, de una tormenta en plena noche que había dejado sin electricidad a todo el pueblo. Desde la ventana, un relámpago quiebra fugazmente la oscuridad. Durante una fracción de segundo distingo la fachada de enfrente, una ventana, un batiente, el vidrio, una gota que escurre... y de nuevo la oscuridad absoluta.
Si alguien me preguntara ahora acerca del contenido de las Tesis sobre Feuerbach me pondría en un aprieto. De hecho ya no me preocupa mi incapacidad de desentrañarlas y hace tiempo que dejé de pensar en ellas. Pero no pasa ni una semana sin que recuerde "el rayo en un cielo sereno".
Las Tesis sobre Feuerbach se publicaron hasta 1888, ya muerto Marx, con una introducción de Engels. Fue tiempo después que leí esa introducción y tuve otra revelación. No es que Engels me proporcionara las claves del mensaje oculto de Marx, sino algo aún más valioso, cuando al referirse a la originalidad de las Tesis las describe "como un rayo en un cielo sereno". No he vuelto a leer una imagen más evocadora, precisamente porque capturaba la esencia de mi propia experiencia. Me devolvió una imagen de mi niñez, de una tormenta en plena noche que había dejado sin electricidad a todo el pueblo. Desde la ventana, un relámpago quiebra fugazmente la oscuridad. Durante una fracción de segundo distingo la fachada de enfrente, una ventana, un batiente, el vidrio, una gota que escurre... y de nuevo la oscuridad absoluta.
Si alguien me preguntara ahora acerca del contenido de las Tesis sobre Feuerbach me pondría en un aprieto. De hecho ya no me preocupa mi incapacidad de desentrañarlas y hace tiempo que dejé de pensar en ellas. Pero no pasa ni una semana sin que recuerde "el rayo en un cielo sereno".
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