Hacia el año 900 Hotu Matúa llegó a la Isla de Pascua con su gente y descubrió un paraíso tropical deshabitado. Aislados del resto del mundo desarrollaron una civilización en la que los Hanu Eepe (orejas largas) explotaban a los Hanau Momoko (orejas cortas) y les obligaban a erigir enormes moáis, monumento a su vanidad. Cuando los primeros europeos llegaron a la Isla de Pascua a finales del siglo XVIII, casi todos los moáis habían sido derribados.
¿Qué fue lo que pasó? La megalomanía de los Hanu Eepe los llevó a talar hasta el último árbol, agotó los recursos de la isla y trajo el hambre. Cuando los Hanau Momoko se sublevaron y se sacudieron el yugo de los Hanu Eepe derribaron los moáis, símbolo de su opresión. Pero ya no había madera para construir barcos y estaban perdidos en la inmensidad del océano: aquella remota isla ahora yerma se había convertido en su prisión. Cuando los primeros europeos llegaron a la Isla de Pascua a finales del siglo XVIII, además de moáis derribados encontraron unos nativos macilentos que comían ratas y vivían en la miseria. También nuestro planeta está perdido en la inmensidad del espacio. Si dejamos que los Hanu Eepe lo devasten, ya no tendremos donde ir.
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